jueves, 3 de febrero de 2011

...

Cualquier parecido a este relato con la realidad puede ser muy real a veces. Pero no representa mi pensamiento ni el de ningún otro... A veces.

_________________________________________________

No sé qué pensar de mí a veces. Las ideas que me vienen cada vez que la miro no son propias de mi carácter, o al menos eso siento. No me creo de verdad tan depravado, en serio, pero cuando llega algo así a mi mente no puedo sacármelo. Ya me imagino qué pensaría la gente si se lo comentara, me apuntarían con el dedo, o saldrían corriendo. Sin embargo, me lo aguanto. Sé que no soy así, es algo que tengo dentro y ya.

Pero cuando la veo a ella, se me viene lo peor a la mente. Cuando estoy en la cocina, si tomo un cuchillo y la veo, aunque sea sin querer…

No, no lo he hecho. Pero las ganas no me han faltado. Es que su piel es tan suave, y su figura tan delicada, su cabello tan precioso, y sus ojos tan inocentes…

Su piel pálida, su carne suave, su sangre fluyendo…

No, no, no es propio de mí.

Siempre que se me agolpaban esas imágenes en la cabeza, mis ojos se desviaban en un punto exacto entre el metal y ella. Sentía el filo entre mis dedos, lo deslizaba suavemente, casi siempre cortándome, sólo para evitar que esa herida termine en su cuello. Luego, cuando ella se percataba de mi mirada extraña, yo simplemente me giraba y decía que no pasó nada. Me limpiaba la sangre y seguía con lo mío, fingiendo lo mejor que puedo. Ella se mantenía sin saber qué era lo que pensaba. Era mi gran secreto, y nunca esperé a que se enterara.

Otra ocasión me había quedado mirándola, cuando estábamos en la habitación. Puse mis manos tomando con suavidad su rostro, con toda la gracia que ella merecía. Acaricié con mis pulgares su rostro. A veces sentía que mis manos callosas rayarían su piel, como si mis extremidades fueran lijas y su cara porcelana. Mis manos ahí, tocando su blanquecina y tersa tez…

Bajé mis manos a su cuello, y…

Quería asfixiarla. Rodear su fino cuello con mis dedos y apretar hasta dejarla sin respiración, hasta ver su cuerpo inerte más blanco aún. No sé porqué quería, pero en ese momento lo deseaba tanto como quería detener ese impulso. No quiero hacerle daño, pero esa parte de mí sí. Como si ella fuese demasiado hermosa como para mí, que fuese demasiado como para vivir.

La solté y al final nos fuimos a dormir. Nuestras intenciones eran otras, pero no podía desempeñarme de esa manera.

Ella se me acercó, y acercó su rostro al mío.

Cuando siento sus labios cerca de los míos, quiero morderla. No de esa manera que cualquiera pensaría, de verdad quiero morderla. Quiero penetrar su carne con mis dientes, sentir esa sensación en mi boca, mientras su cuerpo cae en la cama, rebotando, manchando las sábanas.

No…

Me separé una vez más y lancé de excusa que el trabajo me había agotado. Ella sólo se encogió de hombros y ya. No me hizo preguntas. Por lo mismo, yo suspiré con alivio.

No sé qué es lo que pasa por mi mente, no sé. Me tiene consternado. No sabía por cuanto tiempo aguantaría callándome eso.

Imaginarla así, su belleza inerte, poder apreciarla sin que ella mueva un pelo…

Muerta…

Llegó el día que se enteraría. No quería que sucediera, pero no era algo que yo pudiese manejar. Además llevaba demasiado tiempo así, tarde o temprano explotaría.

Estábamos viendo una película, pero durante todo el filme no pude ponerle atención. Miraba fijamente su cuello, imaginándome las mayores depravaciones que se me podían ocurrir. Ella se percató en ese momento de mi mirada tan ensimismada en su piel. Ella levantó una ceja y profirió una pregunta.

- ¿Qué pasa?

- Tengo ganas de ver tu cabeza desprendida de tu cuerpo – Dije sin poder detenerme –. Así admirar tu rostro.

Abrí un poco los ojos, sorprendido de mí mismo. Pero ella no me reprendió ni nada de eso, sólo sonrió.

- Tienes ideas muy extrañas. – Fue lo único que me dijo, besándome en la mejilla y poniéndose otra vez a ver la película.

El cuchillo estaba en mi bolsillo, y aún lo está. Un cuchillo pequeño. No le he hecho nada. Pero las ideas siguen. Y siguen…

1 comentario:

jono_seth dijo...

Oh, cielos. Lo del principio me ha matado. Ha sido tan divertido.
Ahora que lo pienso, aún espero una frase homicida-amorosa con aquellos "tintes" H (xD) que dijiste que me darías.

¿Qué puedo decirte sobre el relato que no te haya dicho ya? De un modo retorcido, me ha gustado en demasía, y, cómo no, me ha puesto un poco celosa por el hecho de estar narrado en primera persona.
El título me causa mucha gracia... Y sigo pensando que la idea de Leon era muy buena. Vamos, que sonaba muy bien. xD

Y me despido... Muchos fluidos para ti. :3

Bye~